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Oxygene 3

Oxygene 3
2016
  1. Oxygene part 14
  2. Oxygene part 15
  3. Oxygene part 16
  4. Oxygene part 17
  5. Oxygene part 18
  6. Oxygene part 19
  7. Oxygene part 20

 

En el tránsito entre finales de 2016 y principios de 2017 coincidieron en el mercado los lanzamientos discográficos de los tres nombres más populares de la música instrumental del siglo XX: Rosetta de Vangelis, Oxygene 3 de Jean-Michel Jarre y Return to Ommadawn de Mike Oldfield.

Los tres trabajos suponían para sus autores, además, un retorno, ya sea estilístico o conceptual, a trabajos previos muy bien valorados por sus seguidores, lo que levantó grandes expectativas. De los tres, fue Jarre quién más arriesgó con su propuesta, y por tanto el suyo ha sido el disco que más ha dividido a la crítica.

El francés venía de publicar los dos volúmenes de Electronica y de una extensa gira de conciertos cuando se planteó la posibilidad de conmemorar una efeméride muy especial: los 40 años del lanzamiento de su primer trabajo y gran éxito, Oxygène (1976). Para ello quiso, en sus propias palabras, imponerse el mismo límite de tiempo en el que compuso aquel, 6 semanas, recuperar el minimalismo de las 8 pistas y embarcar al oyente en un viaje de principio a fin en varios capítulos.

Así, Oxygene 3 no pretende ser un remake del original, como tampoco lo fue Oxygene 7-13, ni una continuación, sino más bien una nueva visión sobre el mismo concepto ecologista. Para ello, Jarre recurre a algunos sintetizadores clásicos, como el Eminent 310, el VCS3 o la caja de ritmos Mini Pops. Sin embargo, los combina con secuencias mucho más contemporáneas y leads ácidos más propios del dance. En el aspecto sonoro, donde Oxygène era un trabajo más innovador, Oxygene 3 es muy conservador, muy apegado a un tiempo y un estilo de electrónica concreto, lo que muy probablemente hará que envejezca más rápido y no tan bien.

Estructuralmente, los diferentes cortes alternan pasajes más ambientales ('Oxygene 15', 'Oxygene 18'), con otros más próximos a un trance al que le hubiesen quitado la percusión ('Oxygen 19'), y cierra, eso sí, con un precioso adagio ('Oxygene 20') en el mismo tono melancólico que impregna todo el disco.

Durante todo el álbum las melodías están solo esbozadas, no terminan de arrancar o, cuando lo hacen, son demasiado simples. Ni siquiera el single de lanzamiento, 'Oxygene 17', llega a ser tan memorable como 'Oxygene 8' (no digamos ya como 'Oxygene 4'). Que Jarre prescinda de las melodías potentes, una de las características definitorias de su música, es una opción arriesgada, pero le da a Oxygene 3 un carácter mucho más atmosférico del que tenía su antecesor, acercándolo mucho más al original de 1976, aparte de otros guiños bastante bien integrados en el conjunto.

Pero el mayor problema de Oxygene 3 es que el título le viene grande. El problema es que en 1976 nadie había hecho lo que Jarre hizo con Oxygène, y en 2017 sorprender con un trabajo de música electrónica no es algo que se pueda hacer en 6 semanas. Los sonidos y las melodías en este tercer capítulo no están tan trabajados como se esperaría de un músico de la talla del francés: sea una elección deliberada o no, en algunos momentos da la impresión de estar escuchando la maqueta del disco que podría, y debería, haber sido. Este era desde el principio un proyecto imposible, pues difícilmente habría cumplido con las expectativas pero, no obstante, hay que valorar muy positivamente que Jarre no haya querido repetir los esquemas y se haya arriesgado a hacer algo distinto. Sin duda, con otro título, estaríamos hablando en otros términos de esta música.

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