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Gravity

2013
  1. Above Earth
  2. Debris
  3. The Void
  4. Atlantis
  5. Don't let go
  6. Airlock
  7. ISS
  8. Fire
  9. Parachute
  10. In the blind
  11. Aurora Borealis
  12. Aningaaq
  13. Soyuz
  14. Tiangong
  15. Shenzou
  16. Gravity

Espera, ¿una banda sonora aquí? ¿En un sitio sobre música electrónica y experimental? Bueno, es que Gravity es también un poco ambas cosas.

'Gravity' (Alfonso Cuarón, 2013) no es una película convencional. La trama es muy sencilla: dos astronautas sufren un accidente mientras realizan reparaciones en el exterior de su nave y quedan flotando a la deriva en el espacio, buscando desesperadamente la forma de volver a casa. Es en su concepción visual en la que esta historia de náufragos adquiere su dimensión innovadora. Nunca antes hemos visto el espacio tan magnífico, tan inmenso y tan inmensamente vacío, tan bello y tan peligroso.

La música de 'Gravity' debía mostrar esas mismas sensaciones en un entorno donde, por naturaleza, no hay sonido. El resultado no podría haber sido más original.

Steven Price es un compositor británico y sorprende saber que éste es sólo su tercer trabajo en solitario. Su debut fue la comedia británica de ciencia-ficción 'Attack the Block' (Joe Cornish, 2011) y también en 2013 compuso la música de la comedia 'The World's End' (Edgar Wright, 2013). No obstante, la apuesta de Cuarón no era ciega, ya que como editor musical ha trabajado, entre otros, al lado de Hans Zimmer, Howard Shore, Patrick Doyle, David Arnold o Anne Dudley.

La fusión de elementos orquestales y electrónica, tan habitual en la música de cine reciente (véase la obra de Hans Zimmer o Steve Jablonsky), da un salto cualitativo en este trabajo de Steven Price, en parte debido a las particulares necesidades de la película: prácticamente toda la acción transcurre en el vacío, donde no hay posibilidad de sonido, por lo que la banda sonora asume no sólo su tradicional papel emocional, sino también un carácter funcional poco habitual. Price lo resuelve con brillantez, incorporando a la música multitud de elementos sonoros ajenos a ella pero tan bien integrados que conforman un todo único.

También se separa este disco de una banda sonora más convencional en su estructura musical. En lugar de optar por un desarrollo temático o melódico, el autor ha preferido dar prioridad a la construcción de atmósferas en torno a las emociones y sentimientos de los protagonistas. Que son básicamente dos: miedo y pánico. Así, un tema tan oscuro como 'The void' camina sobre la delgada línea entre música realmente inquietante y pura cacofonía. Podría parecer que el método empleado consiste en soltar molestos ruidos aleatorios sobre el colchón orquestal, pero una escucha atenta permitirá descubrir patrones que se repiten (incluso de un tema a otro) y sonidos característicos que sólo escucharían los astronautas dentro de su casco, como estática radiofónica.

Aunque la mayor parte de la música en Gravity busca provocar en el oyente la misma tensión permanente que se vive en la película, también hay momentos de extraña belleza y calma. Al fin y al cabo, el espacio es también un lugar maravilloso. Así que 'Airlock' es casi una nana, y 'I.S.S.' o el precioso 'Aningaaq' pueden llevar a soñar, por un momento, con un infinito océano de estrellas.

Observándola globalmente, desde esa premisa de que la música acompaña o hace patentes las emociones humanas de este relato, este disco podría estructurarse en tres etapas, tres emociones básicas que el propio oyente puede sentir mientras lo escucha. En un primer momento, sorpresa: escuchar 'Above Earth' o 'Debris' por primera vez es un shock, un encuentro con lo inesperado, una violenta demostración de que esta música es diferente e imprevisible. Después viene la aceptación y sus interludios de paz ('Aurora Borealis'). Al final, la resolución: 'Tiangong', 'Shenzou' y 'Gravity' son el premio, la recompensa después de aguantar la intensidad y la frialdad de la música anterior. Por ello, Gravity es un álbum que sólo se entiende si se escucha de principio a fin; sólo habiendo sufrido con 'Don't let go' o habiéndose dejado ir en 'In the blind' puede sentirse la profunda emoción de 'Shenzou'.

Gravity existe por y para una película, ciertamente. Y en esa dimensión fílmica el trabajo de Steven Price es técnicamente brillante y se adapta como un guante. Pero el verdadero mérito, lo que convierte a esta música en algo diferente, es haber hecho de ella una experiencia por sí misma, un desafío emocional, un viaje musical que se inicia en opresiva oscuridad y avanza hacia la esperanza. No es un camino fácil, pero la recompensa merece la pena.