- Oxygene 7
- Oxygene 8
- Oxygene 9
- Oxygene 10
- Oxygene 11
- Oxygene 12
- Oxygene 13
En 1997, Jean Michel Jarre sorprendió a sus seguidores con la publicación de Oxygene 7-13, la continuación de su primer éxito, Oxygene (1976). 21 años después de su álbum seminal, Jarre pretendía traer de vuelta, aunque con aires renovados, las sonoridades analógicas de la música electrónica de los años 70. Para ello desplegó en los siete temas que forman el disco todo su arsenal de sintetizadores clásicos, "los stradivarius de la música electrónica", como los llamó en cada entrevista que concedió durante la intensa promoción: el Mellotron, el VCS3, el Eminent 310, la caja de ritmos TR808... También se mantuvo, en el apartado gráfico, la utilización de una obra de Michel Granger para la portada, aunque en esta ocasión bastante más amable que la famosa calavera de Oxygene. Escuchar Oxygene 7-13 es como visitar a un viejo amigo al que no has visto en dos décadas: la esencia permanece, pero el tiempo no pasa en vano.
El disco se abre con la habitual suite extensa que Jarre había incorporado en cada uno de sus discos hasta el momento. 'Oxygene 7' se divide en tres partes: la primera con una melodía sencilla y pegadiza sobre una base rítmica heredera de la de 'Oxygene 2', la segunda más interesante, modulando la base rítmica y superponiendo capas de cuerdas sintéticas, de transición hacia la tercera, en la que la base desaperece y las cuerdas se combinan con efectos de sonidos de la naturaleza, en un guiño a la temática ecologista que tiene el primer Oxygene. 'Oxygene 8' fue el single de presentación del disco: un corte perfecto para las emisoras de radio, tanto por su duración como por su inspirada melodía y su ritmo dinámico, más propio de los años 90 que de la space music. Quizá por ello, casi desde el principio se extendió el rumor (nunca confirmado ni desmentido) de que este tema había sido una imposición de la distribuidora, Sony Music, para hacer el disco más vendible.
En 'Oxygene 9' el homenaje a la primera parte es evidente, en tanto que el tema repite instrumentación, atmósfera y melodías de 'Oxygene 1' y 'Oxygene 3'. 'Oxygene 10' abría una segunda mitad del disco más alejada de la música planeadora y, aunque todavía analógica en su instrumentación, más contemporánea. Este tema fue segundo single e introducía, sobre un ritmo repetitivo y rápidas secuencias, el Theremin como instrumento principal. 'Oxygene 11' hace un uso intensivo del secuenciador, sobre el cual Jarre esboza melodías que no llegan a arrancar, en un tema de corte cuasi-experimental cuyo equivalente, si se pretende seguir buscando la analogía, podría ser 'Oxygene 5'.
'Oxygene 12' es probablemente la joya del disco. Jarre recupera la melodía de 'Oxygene 7', pero esta vez engarzada en una rápida secuencia que mantiene un diálogo imbricado a lo largo del tema con sonidos graves, mientras un ritmo endiablado lo sostiene todo. Interpretado en directo, a este corte lo acompaña siempre una proyección visual sobre el ciclo de la vida. Este tema no tiene equivalente en el clásico y es la muestra más fehaciente de que no pretendió nunca el francés hacer un remake, sino más bien una reinterpretación del concepto original.
Finalmente, 'Oxygene 13' es otro guiño al pasado: el tema es una revisión de 'Oxygene 6', con una melodía más inspirada y emotiva, aunque también más sencilla. El círculo quedaba cerrado.
El álbum tuvo un éxito de ventas aceptable y, ese mismo año, Jarre se embarcó en la gira 'Oxygene Tour', que lo llevó por toda Europa y tuvo su punto culminante en Moscú, donde interpretó sus temas delante de 3,5 millones de personas (concierto que permanece todavía en el libro Guinnes como el más multitudinario de la historia). Oxygene 7-13 fue también el primer intento de Jarre de acercarse a la escena de los clubs y las pistas de baile: se publicaron múltiples remixes como singles e incluso un álbum completo de versiones dance y techno: Odissey through O2.
El hecho de que se trate de un álbum conceptual, la división en partes numeradas, el uso de sintetizadores analógicos, Granger en la portada, una suite larga, la segunda y cuarta parte como singles... son características que no se han vuelto a repetir en los discos siguientes, siendo Metamorphoses (2000) el punto de ruptura y no retorno. Con la perspectiva de lo que vino después, se puede considerar Oxygene 7-13 como el último trabajo del Jarre clásico.