- Magnetic Fields 1
- Epica Oxygene
- Oxymore
- Sex in the machine
- Oxygene 2
- Arpeggiateur
- Zoolookologie
- Equinoxe 7
- The Architect
- Zero Gravity (Above and beyond remix)
- Exit
- Industrial Revolution 2
- Robots don't cry
- Herbalizer
- Oxygene 19
- Equinoxe 4
- Brutalism
- Oxygene 4 Astral Projection Remix
- Epica
- Stardust
- Rendez-Vous 4
- Magnetic Fields 2
Cuando un artista renombrado llega a cierta edad solo puede hacer tres cosas. La más definitiva es morirse (Vangelis, 1943-2022). La más lógica es retirarse a una isla de las Bahamas a disfrutar del mar y de los royalties (Mike Oldfield, en silencio desde 2018). La más meritoria es seguir trabajando. Y esta última es la elegida por Jean-Michel Jarre, embarcado en 2025 en una nueva gira denominada Special Summer Live Tour que lo ha llevado en poco más de un mes a Oslo, Helsinki, Tallin, Slupsk, Sofía, Budapest, Pula, Bruselas, Venecia, Pompeya, Sevilla y Stuttgart.
El francés ha hecho un análisis muy acertado del zeitgeist del momento, aunque haya sacado las conclusiones erróneas. El ciclo álbum-concierto-dos años de silencio-vuelta a empezar ya no tiene sentido en un panorama musical dirigido por algoritmos a los que hay que alimentar constantemente. Para no caer en la irrelevancia Jarre ha pasado sacar un álbum de estudio cada tres años a publicar Electrónica 1 en 2015, Electrónica 2 y Oxygène 3 en 2016, Planet Jarre y Equinoxe Infinity en 2018, EON en 2019, Welcome to the other side y Amazônia en 2021, Oxymore en 2022, Oxymoreworks en 2023 y Versailles 400 en 2024. Un ritmo vertiginoso que podría estar detrás de algunas pifias sonadas en la remasterización de algunos de sus trabajos clásicos, como la versión 40th Anniversary de Zoolook, publicada también en 2024. Además, ha multiplicado su presencia en redes sociales. Y los conciertos ya no son eventos gigantescos que paralizan ciudades.
El celebrado en Sevilla el pasado 8 de julio estuvo doblemente enmarcado, por un lado en esta gira cuasi-permanente de exposición pública de Jarre y por otro en el festival Icónica de la capital hispalense, lo que proporcionaba al francés la oportunidad de añadir la Plaza de España a la lista de lugares prominentes en los que ha actuado.
Tratándose de una gira tan corta y con tantas actuaciones, es lógico que la puesta en escena no pudiese ser tan compleja y vasta como la de sus conciertos históricos. No por ello ha sido menos espectacular: no han faltado las luces, los lásers y las pantallas 3D. El espectáculo visual no solo no ha menguado, sino que ha incorporado los últimos avances en escenografía. Tan amante como siempre de la tecnología, Jarre no se ha querido resistir a los cantos de la inteligencia artificial y ha usado imágenes generadas con IA para acompañar sus temas.
Sin embargo un detalle sí que ha torcido el gesto de los seguidores: la falta de otros músicos en el escenario. Desde hace más de una década el plantel de músicos acompañando a Jarre se ha ido reduciendo y en esta ocasión se ha presentado solo ante la audiencia, reforzando aún más una deriva poco edificante hacia el concepto estándar de DJ y perdiendo definitivamente aquel rasgo distintivo que mostraban sus conciertos como otra forma de llevar la música electrónica al público.
Pero es musicalmente donde las decisiones de Jarre son más debatibles. Llegado a cierta edad, y habiendo optado por la complicada opción de seguir trabajando, la siguiente disyuntiva que enfrenta todo músico es si continuar con su estilo para mantener a su base de seguidores o apostar por el cambio para atraer a nuevos fans. Y en los últimos años Jarre ha intentado nadar y guardar la ropa. Por un lado, discos como Oxygène 3 o Equinoxe Infinity, así como las remasterizaciones de Zoolook y The Concerts in China tenían el claro objetivo de satisfacer al seguidor maduro; por otro, álbumes de remixes como OxymoreWorks o directos como Welcome to the other side, con un prominente carácter dance, pretendían atraer a un público nuevo, más joven o más interesado en la escena electrónica menos contemplativa.
En el concierto de la Plaza de España Jarre intenta hacer lo mismo, sin darse cuenta de que ese público más joven o más interesado en la electrónica de baile sencillamente no está en la plaza.
Abrió el setlist con una versión de Magnetic Fields 1 subido de bpm y con el añadido de una base machacona que no auguraba nada bueno. Sin embargo el subidón inicial se hundió hasta la sima más profunda con la sucesión de los tres temas siguientes, extraidos de su último álbum publicado, Oxymore. Se trata de uno de los trabajos más interesantes que ha publicado el francés en los últimos años y sin duda tiene muchas posibilidades para ser llevado al directo, pero un concierto de las características y dimensiones de este no es una de ellas. Añadir bases de techno a temas como Epica, Oxymore o Sex in the machine solo consigue saturarlos y hacer que pierdan todos los matices y detalles sonoros que tienen.
La recuperación del momentum no se hizo esperar, afortunadamente. Tras una larga pero interesante introducción de puro ambient comenzaron los reconocibles acordes de Oxygène 2, seguido de la gran sorpresa de la noche: Arpegiateur, una pieza que no ha aparecido en ningún directo de Jarre desde 1982. Los siguientes Zoolookologie y Equinoxe 7 constituyeron una suerte de medley para equilibrar el recorrido entre temas clásicos y nuevas composiciones.
La euforia techno volvió con The Architect, Zero Gravity y Exit, se interrumpió brevemente con una rendición verdaderamente épica de Industrial Revolution part 2 y volvió con las versiones remezcladas de Equinoxe 4, Brutalism, Oxygene 4 o Stardust.
Jarre tiene tablas y sabe cómo cerrar un concierto. Las versiones recortadas de Rendez-Vous 4 y Magnetic Fields 2 pudieron servir para dejar un buen sabor de boca a todos los presentes. Pero también evidenciaron, a poco que se pensase en ello, que el concierto no había tenido ninguna narrativa interna: se había tratado de una sucesión de temas con picos muy altos de entusiasmo intercalados con techno-travesías rayando en la desidia. Y cualquiera que revise la grabación del evento podrá constatar qué momentos corresponden a unos y a otras.
Musicalmente, el delicado equilibrio que intenta mantener el francés entre su música de siempre y su música de ahora se tambaleó en el concierto de Sevilla. Considerado como espectáculo audiovisual total, es posible que no haya en el mundo otro músico con la capacidad de Jean-Michel Jarre para transformar un escenario urbano en una comunión entre arquitectura, tecnología y emoción.