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Electronica 1: The time machine

Electronica 1: The time machine
2015
  1. The time machine
  2. Glory
  3. Close your eyes
  4. Automatic Pt.1
  5. Automatic Pt.2
  6. If...!
  7. Immortals
  8. Suns have gone
  9. Conquistador
  10. Travelator Pt.2
  11. Zero gravity
  12. Rely on me
  13. Stardust
  14. Watching you
  15. A question of blood
  16. The train & the river

Con la publicación en 1997 de Oxygene 7-13, el músico francés Jean Michel Jarre ponía punto final a una etapa en su carrera y a una forma de hacer música: detrás quedaban sus grandes éxitos (Oxygene, 1976; Equinoxe, 1978), los discos conceptuales y las épicas suites instrumentales.

El primer trabajo publicado después de aquella declaración de intenciones, Metamorphoses (2000), tuvo una acogida poco entusiasta, aunque con el tiempo ha demostrado ser el disco más arriesgado y vanguardista que Jarre ha publicado hasta el momento. Después, vinieron dos discos menores aunque muy válidos (Sessions 2000, 2002 y Geometry of Love, 2003) y algunos recopilatorios interesantes (Aero, 2004; Essential & Rarities, 2011). Sin tener los éxitos de antaño, mantenía un cierto nivel como figura respetada dentro del género. Hasta llegar al bochornoso Teo & Tea (2007).

En ese momento, nadie ponía en duda el status de Jean Michel Jarre como pionero de la música electrónica. Tampoco su capacidad para organizar gigantescos megaconciertos en lugares imposibles (las pirámides de Guiza en 2000; la Ciudad Prohibida de Pekín en 2004, los muelles de Gdansk en 2005 o el desierto de Merzouga en 2006). Lo que estaba en cuestión era su propia evolución como músico, su capacidad para reinventarse o adaptarse a las nuevas corrientes, por cuanto parecía claro que no estaba dispuesto a volver al estilo de sus antiguos trabajos.

Teo & Tea fue un fallido intento de Jarre de meterse en las pistas de baile y la escena club: el terreno en el que se estaba desarrollando con más rapidez la nueva música electrónica en la primera década del siglo XXI. Irónicamente, muchos de los músicos que forman parte de esa escena reconocen la figura de Jarre como fuente de inspiración, tanto personal como musical.

En 2010 el francés se embarcó en una gira de conciertos, 250 en dos años en 36 países, demostrando que sus álbumes clásicos (Magnetic Fields, 1981; Rendez-Vous, 1986; Chronologie, 1993) y los espectáculos de láser y sonido seguían teniendo tirón para llenar estadios y teatros. Pero nada de lo publicado después de 1997 llegó a destacar y, con el paso de los años y la ausencia de nuevos trabajos, no pocos empezaron a ver que el tiempo de Jean Michel Jarre había pasado definitivamente.

Y en 2015, ocho años después del último trabajo de estudio, publica este Electronica 1: The time machine, primer volumen de un álbum doble de colaboraciones.

Desde el punto de vista de la idea inicial, Electronica es espectacular y muy pocos tendrían la capacidad de convocar al plantel de artistas reunidos. Durante cuatro años, Jean Michel Jarre ha viajado allí donde hiciese falta para componer y grabar, codo con codo, una treintena de temas (en este primer volumen se incluyen 16) con pesos pesados del género como Tangerine Dream o Laurie Anderson, estrellas asentadas como M83 o Moby, o artistas emergentes como Gesaffelstein o Little Boots.

Con gente a bordo como Pete Townshend, Air o Armin Van Buuren, The time machine es efectivamente un viaje en el tiempo a través de los últimos 40 años de la música electrónica. Pero lo que Jarre reivindica en realidad no es esa música per se, sino a sí mismo, a su propia figura como padre fundador de la electrónica popular, como pionero al que casi todos los invitados deben algo. Según el propio músico en las notas del álbum, "para cada colaborador, cada artista en el álbum, hay una razón, en términos de música, de sonido, de inspiración. […] Mi vida entera y mi carrera como músico está representada en este proyecto a través los diferentes estilos y facetas de la música electrónica". En este sentido, Electronica es un éxito y un hito en la carrera del francés.

Cuestión aparte es el resultado estrictamente musical. Con artistas y estilos tan diferentes reunidos, el primer y mayor mérito de Jarre es haber conseguido un trabajo cohesionado. El sonido está renovado, no hasta el punto de resultar innovador, pero sí hasta aproximarse al pop más accesible de la electrónica moderna. También ha sido Jean Michel generoso al dejar espacio a los colaboradores. Posiblemente demasiado en ocasiones, diluyéndose totalmente su presencia en demasiados temas: 'Glory' es una canción synthpop del M83 menos interesante; 'Suns have gone' suena a descarte de Destroyed (Moby, 2011), 'Zero Gravity' es Tangerine Dream en piloto automático repitiendo los esquemas de 'Love on a real train' (Risky Business, 1985) y 'Stardust' es un tema trance de los que el dj Van Buuren se hace en una tarde: pegadizo pero insultantemente simple.

En 'The time machine' (con Boys Noize), ambas partes de 'Automatic' (con Vince Clarke) o 'The train & the river' (con el pianista Lang Lang) es más fácil encontrar la pista de Jarre, con sus secuencias y melodías en primer plano, y no solo por el uso del característico sonido del arpa láser (en realidad el sintetizador Elka Synthex).

'Close your eyes', el tema con los franceses Air, es además un recorrido por la historia de los instrumentos de la música electrónica, empezando con un loop grabado y montado en una cinta, siguiendo con sintetizadores analógicos y digitales y terminando con un iPad. Las melodías son amables y Nicolas Godin y Jean-Benoit Dunckel aportan sus características voces robóticas y pianos melancólicos. Un ejercicio admirable, pero fútil en un tiempo en el que cualquier sonido se puede samplear.

'If...!' es una anodina canción pop en la que Jarre prácticamente ni aparece ni Victoria Christina Hesketh (alias Little Boots) está especialmente inspirada; es pegadiza, pero totalmente anónima. El trip-hop como corriente tiene su representación en el raro, y por ello destacable, 'Watching you' (con Robert Del Naja, de Massive Attack, como colaborador) y la música de cine de los 70, cuando el uso de sintetizadores era algo habitual, en 'A question of blood', compuesto a medias con el director John Carpenter.

Con este álbum, Jean Michel Jarre cumple su objetivo de recordar al mundo, por si alguien lo había olvidado, que los músicos que hoy se dedican a la electrónica tienen un fuerte vínculo, sean conscientes de ello o no, con el hombre que sacó los sintetizadores de los laboratorios de las radios. En cambio su música, afortunadamente, no necesita de auto-homenajes porque se reivindica por sí misma.

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